sera cierto la nueva historia de la batalla de las piedras ????

Los detalles menos conocidos de la batalla de Las Piedras

En un nuevo aniversario del combate, El Observador investigó acerca de esos lluviosos días de mayo en los que se jugó por primera vez el destino de los orientales

Una buena parte de los uruguayos tiene una versión escolar de los acontecimientos más importantes de la historia nacional. En los actos de cada fecha patria, entre el sueño matinal y el olor a suavizante de la túnica y la moña planchada, en medio de filas y filas de alumnos, los niños escuchan los discursos de las maestras sobre gestas o acto heroicos, y luego como todos los niños, se van a jugar. Y está bien. El problema es que en el resto de la formación educativa casi no se vuelve sobre la historia uruguaya con profundidad.
¿Qué recuerda usted de Las Piedras? ¿Sabía que un marino dirigió a un ejército en una batalla en tierra? ¿Que los españoles estaban muertos de hambre y algunos de sus hombres eran presos obligados a pelear? ¿Que Artigas no pretendía todavía ningún tipo de independencia con respecto a España y reconocía la figura del rey Fernando VII? 
En este 203º aniversario de la batalla de Las Piedras, la primera victoria de las fuerzas patriotas contra el mando español en el Río de la Plata, El Observador decidió hacer un repaso sobre algunos mitos, realidades y hasta pequeñas anécdotas del contexto histórico y de una batalla que marcó para siempre el rumbo de José Artigas como caudillo y líder militar oriental.
Todo comenzó en Buenos Aires en mayo de 1810, aunque también se podría decir que todo comenzó con la invasión de Napoleón a España y el resquebrajamiento de la autoridad del rey Fernando VII sobre los territorios americanos. Pero la revolución de mayo no tuvo en un principio un objetivo independentista. Se rebeló contra el Consejo de Regencia que funcionaba en Cádiz, única ciudad de España libre de la dominación francesa, pero respetando la autoridad real.
En 1810, desde Buenos Aires se mandan misiones militares a Alto Perú (Bolivia) y Paraguay, pero los realistas las derrotan y fracasan. A finales de 1810 el exblandengue José Artigas comienza a organizar milicias en la Banda Oriental.
Montevideo era el principal foco español en el Río de la Plata y allí estaba el virrey, Francisco José de Elío. Enterado de los movimientos insurgentes en la campaña, en enero de 1811 Elío había enviado una partida “tranquilizadora” para realizar castigos ejemplarizantes a los alzados. José María Salazar, jefe español del apostadero naval de Montevideo, dice que en Las Piedras, por ejemplo, habían puesto una horca en el medio de la plaza. Entonces, Las Piedras era un pueblucho que tenía ocho casas de material y 11 ranchos de barro y las calles no tenía nombre, según consigna la historiadora Ana María Sandro en su libro La revolución de las almas (2012).
Luego de la proclama de Mercedes en abril, Artigas se dirige a tomar Montevideo mientras otros jefes orientales toman otros pueblos. Elío resuelve mandar un ejército que venza a los rebeldes y apela a lo que tiene a mano: tropas de marina, al mando del capitán de fragata José Posadas.
A este contingente se le agregan vecinos reclutados a prepo y una partida de reclusos que se liberan solo para el combate.
Además, el virrey en su desesperación da órdenes y recompensa de dinero (100 pesos) a quien le lleve rebeldes a Montevideo e incluso le escribe una carta al propio Artigas, el 10 de mayo, instándolo a que se pase de bando, con premios incluidos, según consigna el Archivo Artigas.
El clima fue furibundo en aquel mayo de 1811. El 12 de mayo Artigas y sus hombres llegan a Canelones, bajo una cortina de agua continua que no se detuvo hasta el 16 de mayo. Esa noche no llovió pero al amanecer del 17, volvía a llover a cántaros. Posadas, a quien le informan que hay movimientos patriotas cerca y se asienta en Las Piedras,  se queja de que todo era un “lodazal”.
Hay algunos soplones en el pago, que le escriben a Posadas: “Pepe”, lo llaman en confianza, “ataca de noche la estancia De León en El Colorado. Duerme una partida de 40 a 50 hombres que son los que andan levantando Cerrillos”. 
El 16 de mayo el presbítero de Las Piedras, José Macías de Soto, bautiza a Antonino Genes, un recién nacido, hijo de Julián Genes y Josefina Lorente. Por la iglesia firma el teniente de marina Manuel Borrás, segundo de Posadas, como autoridad. Pero el clima no da tregua. El 17 de mayo murió el pequeño Antonino. El entierro costó 4 pesos.
“Esas madres quizás ocultaron su dolor frente al alboroto de las tropas españolas en el pueblo de San Isidro de Las Piedras y lloraron solas”, escribe Sandro.
El estado de las tropas españolas es muy pobre. Elío les manda ollas y víveres para que puedan –como dice literalmente– “comer hervido”, o sea algo caliente. “Voy a dar disposición para formar algún galpón para abrigo de la gente y veré si puedo comisionar algún ayudante para la instrucción (militar)”, le escribe a Posadas, quien luego dirá en su parte: “Venían con los caballos rendidos”.
El 16 de mayo Montevideo no tenía carne, porque la campaña dominada por los patriotas ya no enviaba víveres a la ciudad. Una partida realista llega en Puntas de Sauce a la casa de Martín José Artigas, padre de José, y le roban 3 mil vacunos, 3 mil ovinos y 1.200 caballos. Toman prisionero a Nicolás, hermano natural de Artigas.
En su parte, Posadas dice que Las Piedras estaba virtualmente sitiada por los patriotas. Robaron ganado para subsistir pero la tropa se enfermó por el clima. 
¿Cómo se disparaba un fusil en 1811?
Los patriotas tenían fusiles de calibre 17 y medio. Se cargaban por la base, y el soldado debía abrir el cartucho con los dientes para echar la pólvora en la canaleta. La chispa se obtenía con pedernal. Se podía hacer solo dos disparos por minuto, si el que disparaba era un soldado experimentado. Pero, fundamentalmente, la batalla de Las Piedras se peleó a sable y espada, con cargas de caballería y de a pie, que inclinaron la balanza hacia el bando patriota. 
Victoria y derrota
El ejército realista contaba con cuatro piezas de artillería, dos obuses, dos cañones, 64 artilleros y 16 hombres de dotación por cañón. Tenía una caballería de 359 hombres y una infantería de 600 hombres. El ejército de Artigas tenía dos cañones con 20 artilleros, una caballería con 546 hombres y una infantería 454 hombres. Diferentes caudillos locales aportaban tropa. Por ejemplo, un tal Manuel Pintos Carneiro se presenta con 30 hombres reunidos por él y tuvo el destaque que le dio Artigas en su parte.
El baqueano Cayetano Bermúdez conduce a las tropas de Artigas la lluviosa noche del 17 de mayo hacia Las Piedras, cruzando arroyos y cañadas desbordadas en la más completa oscuridad.
La mañana del 18, a las 11:30, Artigas decide atacar Las Piedras por el flanco derecho, mientras Eusebio Valdenegro va por la izquierda. Luego de una maniobra distractiva donde los españoles pierden una posición de altura, se da una lucha cuerpo a cuerpo, a favor de los patriotas, que luego reducen a la tropa que había quedado en el pueblo. La batalla termina sobre la hora 16:00. 
Los curas patriotas José Valentín Gómez y Santiago Figueredo lucharon en primera fila.  Posadas destaca, de memoria, cinco meses después, la valentía de Pascual Cañizo, Gregorio Mota, Jaime Illa y Gerónimo Olloniego.
Al marino español le mataron el caballo, de un sablazo le volaron su sombrero y de otro lo hirieron en la mejilla. Algunos realistas, como Rozales y Tort, “cometieron la perfidia de pasarse al enemigo” dice Posadas en su parte.
Hubo menos de 20 muertos del lado patriota y unos 30 del lado español. Los heridos de cada lado duplicaron estas cifras. De los 420 prisioneros, más de 180 se pasaron con Artigas, según su parte.  Consigna Soto: el 19, el 21 y el 28 de mayo entierra a hombres que habían sido heridos durante la batalla. El muerto del 28 es un tal Victoriano, al que se le debiera amputar una pierna herida en la batalla. El 30 de mayo Soto entierra a un indio cuyo nombre no sabía, que también había muerto en la batalla.
Según Carlos María Ramírez a los prisioneros “no se les tocó ni un caballo”. Eduardo Acevedo consigna que hasta entonces esa no era una práctica usual. No era común tomar prisioneros. “El realista que caía prisionero era fusilado”. Pero en su parte, Posadas se queja de mal tratos e insultos. Dice que los hicieron andar 400 leguas con lo puesto y algunos desnudos, a la lluvia y el frío, a pesar de la orden contraria de Artigas.
Hacia el sitio 
Después de la batalla, Artigas y parte de su ejército toman el camino que iba al Paso de las Duranas, actual Sayago, avenida Millán, avenida San Martín, Agraciada y se detiene en la actual esquina de avenida del Libertador y La Paz, en los pozos de la Aguada. Comienza el sitio de la ciudad.
El 20 de mayo Artigas recibe un oficio de Elío para suspender las hostilidades. Artigas le responde ofreciéndole la rendición de Montevideo, pero Elío la rechaza. 
El 24 de mayo Elío manda expulsar a familias patriotas de Montevideo, junto con parientes de Artigas.  El 25 de mayo, en los festejos del primer año de la revolución en Buenos Aires se hablaba de la victoria de los orientales, así como en Córdoba y hasta en Mendoza. Pero todavía lo más complejo estaba por venir

Para saber más

Un experto
Washington Reyes Abadie escribió, junto a Óscar Bruschera y Tabaré Melogno, El ciclo artiguista, una colección de cuatro tomos que repasa la postura más federalista de un Artigas en un nuevo ángulo  histórico. El libro se apoya en muchos documentos contenidos en el Archivo Artigas. La dimensión del caudillo queda de manifiesto en cada carta y documento presentado en esta importante obra.
El Artigas más oculto
Carlos Maggi escribió Artigas y su hijo el caciquillo, donde explora algunas facetas poco conocidas de la vida de Artigas como su vida previa a la entrada al cuerpo de Blandengues y, ya siendo soldado al servicio español, sus relaciones con el salvaje norte y con el entramado social de las provincias del Plata. Maggi da una visión original y profunda sobre ese aspecto relevante de la vida de Artigas: su formación como caudillo, su conocimiento de la mente del pueblo y de la geografía de un territorio que estudió a fondo.
Fundamental
El Archivo Artigas es una obra monstruosa (en el mejor sentido de la palabra), que se compone de 36 voluminosos tomos con todos los documentos relacionados con la figura del prócer, desde su nacimiento montevideano a su autodestierro y su muerte en Paraguay. Muchos historiadores pusieron su empeño en conformar esta maravilla, pero entre todos hay que destacar especialmente a Juan Pivel Devoto como uno de sus puntales. 

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